Un fragmento:
El continuo bombardeo de sonidos, imágenes e información al que se ve sometido nuestro sistema nervioso resulta especialmente estresante si nunca se detiene. Si encendemos la televisión apenas nos despertamos, tenemos la radio encendida mientras vamos en coche al trabajo, vemos las noticias cuando llegamos a casa y vemos la televisión o alguna película al llegar la noche, estaremos llenando nuestra mente de imágenes que nada tienen que ver con nuestra vida. Independientemente de lo maravilloso que sea el espectáculo o de lo interesante que sea la información, sigue siendo bidimensional y no tiene, para nosotros, un efecto muy duradero. Pero el consumo diario de esta dieta permanente de «bazofia», que estimula el hambre de información y diversión de nuestra mente, está despojándonos de otras alternativas interesantes: tiempo para estar en silencio; tiempo para estar sin hacer nada, y tiempo para pensar, jugar, hacer cosas reales y relacionarnos con los demás. La agitación continua de nuestra mente pensante, con la que con tanta frecuencia tropezamos durante la práctica de la meditación, se ve alimentada y complicada realmente por nuestra dieta de televisión, radio, periódicos, revistas, películas e internet. Continuamente introducimos en nuestra mente más cosas a las que reaccionar, más cosas en las que pensar, preocuparnos y obsesionarnos y más cosas para recordar, como si no tuviésemos suficiente con las que genera nuestra vida cotidiana. Lo irónico es que lo hacemos para descansar de nuestras preocupaciones e inquietudes, para alejar nuestra mente de los problemas, para entretenernos, para evadirnos y relajarnos.
Pero lo cierto es que estas cosas no funcionan.Jon Kabat-Zinn, Vivir con plenitud las crisis
Y, bueno, que mejor me callo.