La primera vez que vislumbré la posibilidad de una vida espiritual sin religiosidad fue cuando leí el conjunto de ensayos Esculpir en el tiempo, del director de cine Andréi Tarkovski (4 de abril de 1932-29 de diciembre de 1986). Aunque no trata el tema directamente, me dejó una sensación difícil de describir. Era posible aspirar, en este caso a través de la belleza, hacia una espiritualidad no mediada por la religiosidad.
“Despertar”, de Sam Harris
Así que cuando supe que Sam Harris (neurocientífico y filósofo) había escrito un libro titulado Despertar y cuyo subtítulo en inglés reza: “Buscando la espiritualidad sin religión”, no me quedó más remedio que leerlo.
Harris comienza con una afirmación que tal vez resulte sorprendente, pero que acierta de lleno:
Nuestra mente es todo lo que tenemos. Y es todo lo que podemos ofrecer a otros. Puede que no sea obvio, sobre todo cuando hay aspectos de tu vida que pueden necesitar mejoras -cuando tus objetivos no han sido alcanzados, o estás luchando para encontrar un trabajo, o tus relaciones necesitan mejorar. Pero es la verdad. Toda experiencia que tienes y que has tenido ha sido moldeada por tu mente. Toda relación es buena o mala en tanto que la mente está involucrada. Si estás siempre enfadado, deprimido, confuso, huraño, o tu atención está en otra parte; entonces no disfrutarás nada de ello. La mayoría de nosotros podríamos elaborar una lista de objetivos que queremos alcanzar o de problemas personales que necesitamos solventar. ¿Pero cuál es el significado de cada punto de esa lista? Todo cuanto queremos conseguir -pintar la casa, aprender un idioma, encontrar un trabajo mejor- es algo que nos promete que, si lo alcanzamos, nos permitirá finalmente relajarnos y disfrutar nuestras vidas en el presente. En general, esta promesa es falsa. […] La mayoría de nosotros pasamos nuestro tiempo buscando felicidad y seguridad sin reconocer nuestro propósito subyacente. Todos buscamos un camino de vuelta al presente: tratamos de encontrar buenas razones para estar satisfechos ahora.
“Un camino de vuelta al presente”. Un largo camino, en muchos casos para volver a donde estábamos en un principio, para volver a donde hemos estado y estamos siempre. Un ciclo que transcurre a través de un futuro imaginado y que se mueve gracias a un cambio que nunca se detiene.
¿Qué es la espiritualidad?
Es aquí donde se puede dar el primer paso para una búsqueda espiritual:
El incesante cambio no es una base fiable para una realización duradera. Al darse cuenta de esto, muchas personas se preguntan si existe una fuente de bienestar más profunda. ¿Hay alguna forma de felicidad más allá de la mera repetición del placer y el alejamiento del dolor? ¿Hay una felicidad que no dependa de tener nuestra comida favorita, o amigos y seres queridos cerca, o buenos libros para leer, o algo que esperar para el fin de semana? ¿Es posible ser feliz antes de nada, antes de que nuestros deseos sean satisfechos, a pesar de las dificultades de la vida, en medio del dolor físico, la vejez, la enfermedad y la muerte?
[…]
La vida espiritual comienza con la sospecha de que la respuesta a tales cuestiones podría ser “sí”. Y un verdadero buscador espiritual es alguien que ha descubierto que es posible estar en paz en el mundo sin ninguna razón, aunque solo sea durante un momento cada vez, y que dicha paz es sinónimo de trascender las fronteras aparentes del yo.
Harris continúa explicando el significado empírico de la expresión “trascender las fronteras aparentes del yo”, pero lo que verdaderamente me parece más importante, e incluso revolucionario en términos occidentales, es el hecho de que esta búsqueda pueda estar completamente separada de la religión, y basada en afirmaciones empíricas relacionadas con la naturaleza del yo y de la mente.
El objetivo de esta práctica espiritual sería a un tiempo humilde y inmensamente difícil de conseguir:
Desde mi punto de vista, un objetivo realista de toda búsqueda espiritual no sería obtener una “iluminación” permanente que no admita mayores esfuerzos, sino llegar a una capacidad para ser libre en este preciso momento, en medio de lo que sea que esté sucediendo. Si puedes hacer eso, has solventado la mayoría de problemas que te encontrarás en la vida.
Curiosamente se trata de un objetivo que debe cumplirse sin esperar nada, sin perpetuar el ciclo incesante del cambio, sino que debe darse en el presente.
Y para este fin:
Investigar la naturaleza de la conciencia misma -y transformar sus contenidos a través de un entrenamiento deliberado- es la base de la vida espiritual.
Así, para Harris, la vida espiritual vendría a ser un conocimiento empírico de la conciencia, despojado de grandilocuencias, con el fin de obtener serenidad en el momento presente, aunque sea de manera transitoria.
En la conclusión, acaba por defender un camino intermedio entre la tradicional vía espiritual a través de la religión y la ausencia total de vida espiritual:
Los límites del cuerpo son obvios: soy exactamente tan alto como soy, y ni un centímetro más alto. Puedo saltar tan alto como puedo, y no más más alto. No puedo ver lo que está detrás de mi cabeza. Me duele la rodilla. Los límites de mi mente están igual de claros: no sé hablar coreano. No sé lo que hice un día como hoy de 2011, o las últimas palabras que leí de Dante, o incluso lo que le dije a mi mujer esta mañana. Aunque puedo alterar mi humor y mi atención, solo puedo hacerlo en un estrecho margen. Si estoy cansado, puedo abrir los ojos un poco más y tratar de espabilarme, pero no puedo evaporar completamente la sensación de fatiga. Si estoy ligeramente deprimido, puedo animarme con pensamientos felices. Puedo incluso llegar a un sentimiento de felicidad solo recordando qué se siente cuando se es feliz -sonriendo mentalmente de forma deliberada- pero no puedo reproducir la alegría de los grandes momentos de mi vida. Todo lo relacionado con el cuerpo y la mente parece sentir el peso del pasado. Soy tal y como soy.
Pero la conciencia es diferente. Parece no tener forma, porque cualquier cosa que le diera forma debe aparecer dentro del campo mismo de la conciencia. La conciencia es simplemente la luz por la que los contornos de la mente y del cuerpo son conocidos. Es donde tienen lugar sentimientos como la alegría, el arrepentimiento, la diversión, la desesperación. Puede parecer que toma la forma de estos sentimientos por un tiempo, pero es posible reconocer que nunca lo hace en verdad. De hecho, podemos experimentar directamente que la conciencia nunca es mejorada o dañada por lo que sabe. Hacer este descubrimiento, una y otra vez, es la base de la vida espiritual.
[…]
Un camino intermedio existe entre hacer religión de la vida espiritual y no tener vida espiritual en absoluto.
Aprendizajes principales
- La vida espiritual no tiene necesariamente que ver con la religión.
- El objetivo de la búsqueda espiritual es la libertad en el momento presente, independiente de las circunstancias, aunque sea de manera transitoria.
- El método para ello pasa por prestar atención a los contenidos de la conciencia y por tratar de modificarlos deliberadamente.
Despertar es una lectura recomendable por la mezcla que Sam Harris hace de lo mejor de las prácticas espirituales importadas de Oriente, tanto del Budismo como del Hinduismo, y de la metodología científica y empírica de la tradición Occidental.
Si este “volver al presente” que propone Harris te ha resultado interesante, es probable que también te interese la entrada ¿Qué es la filosofía? o quieras continuar con algunas citas de Thoreau.
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